18 abr 2015

ESE AMOR

ESE AMOR

Llegarás insondablemente ajena
jazmin de España enredado en el cariño
del aliento de fines de noviembre
dormida entre las plumas de las nubes
en cruz bajo la sombra de los sauces
fresca y dulce en el sol, recién cortada
hoja nueva y oscura de laurel
coronando la frente del ocaso
dulce a los labios como salvia en flor
pero de otro, eres de otro sin remedio
como la brisa lo es del horizonte
o los pájaros, del cielo en primavera  
como la uva redonda es para el sol.

Y el bronco de mi oleaje te rebusca
el rojo caracol de mis pulmones
pulsa y compite con el corazón
al reflejo punzante de tu luz.
Mi tiempo de hombre a la luz de tus astros
el que perdí desde una vida en lucha 
a manos de la música silente
retuvo todo canto por un largo momento
y luego de represar el tiempo y el amor 
hubo de deshacerlo en cien acequias
y  regar cada signo, cada música
cada querella entre recuerdo y olvido.
Acariciamos cada uno bajo los corredores
sombreados de adolescencia y de deseo
al reflejo de hilados filodendros
tibio en las frentes y frescos como el agua
de una garúa  mojadora de nidos;
asoladora de aves de niñez
tan nuestras y a distancia tan ajenas
como el pan amasado y el quesillo
en manos de la infancia madrugando
por vuelos de visillos transparentes
de ventanas de oscuras piezas campesinas
y en tus ojos de amarillentas alamedas
el verde demudado del asombro.

Fue el nuestro un relato redondo como el orbe
de dalias y coronas del poeta
libros, naranjas y leños crujientes
de barriles  enormes y vacíos
con sus bocas pequeñas y asustadas
tinajas antiguas con una boca como un beso
unas bocas que sorben el aire y lo despeinan
de unos labios que acogen siestear de lagartijas
a la luz del sol tibio en el otoño
bocas oscuras rebosantes de sombra
bocas sabias de  canturrear secreto
bajo la indiscreta caricia de la brisa.
Ven a ver la boca entera del asombro
sorpresa perenne de otoño y primavera
ven de nuevo a contemplar la boca del deseo
canícula y llovizna halladas a destiempo
en el pentagrama del año y su almanaque.

Ven a las ocultas estaciones de mi alma.
a todas mis sombras y mis soles de niño
a las más escondidas de la vista de los hombres
y verás como titilan al cariño de tus luces.
Entra en el laberinto de mis versos      
divaga en el azar de mis poemas
que fueron hechos para ser tu casa;
los llené de espejos que pintaran tu imagen
y campanas que tañeran tu nombre 
entre todos conforman un país
hecho de espuma,  amor y desatino
uno que lleva tu nombre como escara
y late sólo al pulso de tu aliento
en un concierto de suspiros y sonrisas.

Entra tan solo por un breve instante
que  permita sentirte aquí a mi lado   
aunque sea que estés a punto de partir
deja a tu paso hollar el imposible
para que el amor me entrecorte el habla
que el sólo movimiento de tu pelo
me invente un mundo fresco y renovado
para el que sólo tú guardes las llaves
y sólo tú encierres la clave de la música
No importa ya que me mantenga lejos
si es que sé que has pasado por mis letras
 allá lejana en tu propio horizonte
pero siempre alumbrada por mi sol
por siempre perseguida por mis ojos
mi alocado latir tras de tu pulso
en un amor de valles y colinas.

 Al olvido, al olvido he de decir
sobre tantos momentos fenecidos  
de tantas cosas bellas de las que
no hice inventario
y tanta oscuridad, de esa que había
en las ventanas que no sabían de tu nombre
al olvido,  al olvido  cada tarde
en la terraza sobre el mar de tu cariño    
la comba fresca del anochecer
el pistilo ligero del poema
vibrando leve a la brisa del verso
haciéndose llama en la redondez de la noche.

 Ardan los brazos de esa cruz
arda la vertical de su silencio
ardan  los cuernos del demonio y sus astucias
y que animen mis versos con sus aspas
de torcidos molinos oxidados.
Veo allá lejos la luz de tu ventana
distante ya en la magia y el recuerdo
sombría bajo ropas indecisas
envolturas de brisa y de distancia,
y el aquelarre azul de tus reflejos
detrás de tu cohorte de visillos           
Y el blanco esplender de tu sonrisa
desborda el hielo tenue de tus labios
y en cada pliegue de tu cuerpo siento
tras un resabio gris que no adivino
un trasgo de piedad y de memorias
que  superan el sino de su muerte

Aunque sepa que es otro el que te aguarda
el saber sólo de tu cercanía
hará que la tarde sea sólo tu espera
a ti que eres todo el ocaso, imploro
que la ya fria luz de tu mirada extinga
todo el incendio de mi soledad oscura

acércate a mi playa, silenciosa
amuleto de lunas no advertidas
sueño azul de mañana tras mañana
extiéndeme los brazos y las manos
lánzame el salvavidas de tus ojos
líbrame de la muerte de tu olvido

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